#42. Eso que nos llega y no elegimos
Unas ideas sueltas sobre las herencias, el último libro de Gabriela Wiener, una novela de Juan Forn y un texto de un rabino norteamericano.
No me gusta dormir en el piso, por eso evito ir de campamento. Buena parte de mi vida se trató de estar afuera: hacer planes en la playa, ir en carpa a algún lugar perdido de la Patagonia o participar de algún campamento religioso organizado por el colegio de monjas al que fui. Ahora estoy tratando de dormir en el piso porque no puedo entrar a mi habitación hasta mañana, cuando se seque una cosa que le pusieron al piso.
Sólo me gusta dormir en el piso con los amantes.
Hace unos años, cuando vivía en una casa compartida, tenía una cama de una plaza. Era incómodo dormir con alguien en una cama tan chica, así que tiraba el colchón en el piso: me da la sensación de que era menos incómodo y además no había riesgo de que alguien se caiga. En esas situaciones sí me gustaba, hasta me parecía sexi y “bohemio” (la casa era re cheta, no tenía nada de bohemio).
Sin embargo, ahora que lo veo en retrospectiva, dormir con un tipo en un colchón de una plaza en el piso era tan mierda como dormir en una carpa.
Generalmente cuando decimos “me río de mi mismo” mentimos. Nos hacemos los cancheros, fingimos que nuestro patetismo nos da gracia, pero en verdad estamos realmente amargados por ser lo que somos. Sin embargo, hay gente que sí se ríe de sí misma y que lleva su patetismo con altura. Una de esas personas es Gabriela Wiener.
Casi de un saque leí su último libro Huaco Retrato, una novela de no ficción en la que combina su presente con su historia familiar -principalmente la de un tatarabuelo antropólogo, europeo y bastante odioso. A lo largo de toda la novela ella se pelea con esa tradición familiar de ascendencia europea para defender su verdadera identidad: la de una mujer marrón, peruana y extranjera que vive en un país de Europa donde todo el mundo piensa que es una empleada de casas particulares.
Esa tensión entre su pasado y su presente la llevan a lugares increíbles, desde tener una relación tóxica con un pibe más joven hasta un taller para descolonizarse a sí misma. El relato todo el tiempo da vueltas sobre la misma pregunta: ¿Cómo hacer para separarse de eso que heredamos, que no elegimos y que no nos representa ni nos pertenece?

En Latinoamericana, el último disco de Alex Anwandter, la mayoría de las canciones tratan sobre la conquista de América. Si bien es un disco pop, todo el tiempo hay un trasfondo oscuro que habla del saqueo, la muerte y la violencia. El disco es bien dark, pero también sirve para bailar.
Es un álbum que se parece a la droga mal cortada: oscurece todo, pero también divierte (un rato).
Resulta que que una vez Jean Cocteau salía de un teatro y lo paró un periodista para hacerle unas preguntas. En un momento el periodista le dijo: "Señor Cocteau, en caso de incendio, ¿qué salvaría usted de su casa?". Y él, después de hacer una pausa, respondió: "Salvaría el fuego".
Mi herencia es la tranquilidad de creer que nunca me voy a caer. Poder levantarme cada mañana y tener una sensación de certeza constante. Este es el resultado del famoso “a vos nunca te va a faltar nada” que me repitieron durante años.
Mi herencia es una ilusión de clase.
Algunos fragmentos sueltos de Huaco Retrato que me gustaron mucho:
Ese es uno de los peligros de ser un payaso, que nunca te tomen en serio. A los que escribimos nos pasa lo mismo.
Mi tatarabuelo va enhebrando la leyenda de su bondad superior mientras convierte la posibilidad de ayuda en violencia y reafirmación narcisista.
Mientras más disidente me presumo, más instalada en el establishment me encuentro.
Malena Rey, autora de El hilo conductor -uno de mis newsletters favoritos-, me regaló una peli que está en Mubi: The human voice, un cortometraje de Pedro Almodóvar. No estoy suscripto a Mubi, pero gracias al gesto de Malena puedo ver el corto sin pagar durante los próximos 7 días.
Cuando me avisó que me había enviado eso le agradecí y le dije: “A mi me cuesta bocha el cine. Miro re pocas pelis y re pocas series. Me cuesta en general todo lo que se mueve jaja Por eso me gustan los libros, las artes visuales y la música". Ella contestó: “Ahh muy bien que te diste cuenta. Yo tengo mis épocas de consumos más diferenciados”.
Al corto lo interpreta Tilda Swinton y es una adaptación libre de un monólogo de Jean Cocteau homónimo -La Voix humaine- publicado en 1930. La historia trata de una mujer que se queda con un perro en su casa durante unos pocos días, después de que la deja su novio. Sólo sale para comprar un hacha. Hasta acá la sinopsis que si no empiezo con los spoilers.
La actuación de Swinton es increíble, la escenografía también y la música aún mejor. Lo impactante de todo es la forma en la que una separación le genera un estado de demencia total. El corto capta a la perfección la perplejidad que provoca una separación, lo insoportable que puede ser el desamor y el rechazo.
Más fragmentos sueltos de Huaco Retrato:
No queremos que nos dejen solas, por nadie, no soportamos el más leve gesto de abandono.
Otra vez descubro cómo me enganchan del amor sus formas reconocibles, tóxicas. Juego a que es verdad, pero en realidad hay en este ejercicio más verdad sobre mi que juego. Una constatación aún más terrible,
Si no hay duda, si la decisión de ocultar algo es firme, la mentira protege.
Me gusta mucho una reedición que hizo Página/12 con Emecé de Corazones, la novela de Juan Forn. El texto es igual, pero la tapa es toda roja con una llama de fuego en el centro. Supongo que esa sensación de extrañeza que le generan sus orígenes a Wiener es la misma que tiene el protagonista de esta historia, que cuenta la vida de un adolescente rico al que mandan a vivir a las sierras de Córdoba con su abuelo como castigo.
La novela está escrita en segunda persona y a medida que avanza la trama el lector se va metiendo más en la cabeza de ese niño: desde las presiones familiares hasta los valores y costumbres que debe defender -y tener- solo por pertenecer a una clase. Digamos que para nosotros, que nos autopercibimos “progres” y “buenos”, el libro sirve para meterse en la cabeza de eso otro que esquivamos y que miramos con recelo. Hasta ese punto hemos llegado: buscamos también en la literatura reafirmar nuestros sesgos.
Gracias Male por el regalo virtual. Me hiciste sentir querido y también me hiciste dar cuenta que merezco una vida llena de placeres y cosas bellas.
Vos te merecés eso también y que te paguen todas las copas que te tomes de acá al final de los días.
¿A dónde van a parar las cosas de las personas que se mueren y no tienen ningún heredero?
A través de un newsletter me llega un ensayo que salió en el New York Times hace algunas semanas sobre la pereza. El tipo que lo escribe se llama Elliot Kukla y es un rabino que tiene lupus, una enfermedad autoinmune que, entre todas las cosas que genera, produce una gran fatiga: las personas que tienen este problema pueden llegar a estar dormidas gran parte del día y la noche.
En un tramo del texto menciona que la sociedad estadounidense de hoy vive cansada, que a su alrededor sólo ve fatiga y hastío. Sin embargo, también señala que todo el tiempo escucha quejas contra los jóvenes que empezaron a desprenderse de ese mandato del “sueño americano”, que implica trabajar 7x24 para llegar a un lugar de poder y de cierto estatus económico y social. Él defiende esa actitud y crítica a los que la cuestionan.
Más de una vez discutí en mesas familiares sobre la idea de ser “trabajador”. En mi casa trabajar mucho es bien visto, es sinónimo de ser buena persona: “ese es re laburante”, “es buena mina, es muy trabajadora”. Me resisto bastante a esa idea. Creo que ya lo escribí alguna vez acá, pero para mi trabajar mucho no es sinónimo de nada. Es más, suelo creer que está mal y que tener tiempo de ocio es muy importante. Me arriesgaría a decir que hasta debe prevenir unas cuantas enfermedades. Más de una vez discutí con mi papá sobre esto y él ha llegado a pensar que yo soy un vago, que todo lo que conseguí es gracias al esfuerzo de otros y que no soy tan bueno como él, que trabaja desde los 13 años.
Volviendo con el ensayo que salió en el Times, el autor en un momento analiza el origen de la palabra lazy (perezoso en inglés) y termina el apartado con esto:
Trabajar hasta el punto de dañarnos a nosotros mismos para construir la riqueza del jefe sigue siendo alabado como una “buena ética laboral” en Estados Unidos, y la palabra “perezoso” sigue estando relacionada con el racismo y la injusticia. Son las personas pobres, sin hogar, las jóvenes, negras, morenas; los enfermos mentales, los gordos y los enfermos crónicos quienes son acusados de pereza con más frecuencia. Rara vez oímos hablar de multimillonarios perezosos, por mucho que su fortuna sea heredada.